Cuando Symborg llegó a Chile hace 6 años, los productores acostumbraban a mirar del suelo hacia arriba para preocuparse y para ocuparse de sus cultivos. Por aquellos entonces teníamos suelos buenos, agua de sobra y pocas enfermedades asociadas a las raíces.
Hoy, las cosas han cambiado y somos cada vez más conscientes que el trabajo de un buen sistema radicular y la sanidad del mismo es fundamental para afrontar una situación como la que vivimos, donde: ni el suelo es tanto ni tan bueno, ni el agua nos sobra, ni las enfermedades de suelo nos dejan dormir tranquilos.
Por eso, desde Symborg, siempre hemos trabajado para fomentar un suelo vivo de calidad, un suelo vivo donde los microorganismos que interactúan y que lo componen sean capaces de guardar un equilibrio que fortalezca y proteja a la planta de los distintos tipos de estrés que la acompañan en su ciclo.
¿Y cómo se consigue eso? Gracias a un Modelo Integral Microbiano (MIM) donde nosotros, como agricultores, tomemos las riendas de la “vida” que va a acompañar a nuestro cultivo y seamos capaces de inocularlo con las cepas adecuadas y seleccionadas para que colonicen, sobrevivan y “luchen” para darle lo mejor a las raíces.
¿Qué hacen los microorganismos?
Los microorganismos son los compañeros ideales de las plantas ya que, por una parte, son capaces de transformar la materia orgánica y minerales en nutrientes; y, por otra, permiten controlar plagas y enfermedades, así como mejorar la absorción de agua, traduciéndose todo ello en posteriores mejoras productivas de los cultivos.
Además, tal y como afirma la FAO, “los suelos sanos contribuyen a mitigar el cambio climático al mantener o aumentar su contenido de carbono”.
¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de trabajar con microorganismos?
Cuando trabajamos con microorganismos es muy importante elegir las cepas adecuadas y, para nosotros, son adecuadas cuando:
· Son resistentes a los programas de fertilización de agricultura intensiva.
· Son compatibles con los fitosanitarios utilizados en agricultura.
· En las relaciones que generan con la planta dejan un balance positivo para ella.
· Compiten por el espacio y persisten para conseguir el equilibrio rizosféricos deseado.
¿Y esta alternativa es validada para el cultivo de la frutilla y los manejos que se realizan en ella?
Por supuesto. En el cultivo de la frutilla, dos de los principales factores para llevar a buen puerto el cultivo son: el suelo y las enfermedades, por su relación directa con el desarrollo y la sanidad de las raíces. Un manejo integral de los microorganismos va a incidir positivamente en cada uno de ellos.
Además, hay que tener muy presente que en el cultivo de la frutilla nos podemos encontrar con dos escenarios de suelo muy distintos, pero que, en ambos casos, el manejo integral de microorganismos cobra una especial importancia:
Suelos desinfectados: donde se genera un vacío microbiológico, que lamentablemente siempre tiende a ser ocupado, en primera instancia por microorganismos patógenos.
Suelos de replante: donde la carga de patógenos que vienen del cultivo anterior hace que se dificulte tremendamente el desarrollo de las nuevas plantas que van a ser trasplantadas.
En ambas condiciones, hacer un manejo adecuado de los microorganismos es fundamental para garantizar que la nueva planta, pueda desarrollarse cómoda y sana desde el principio.
¿Por dónde empezamos?
En primer lugar, lo más importante la planta. Es recomendable que desde vivero se trabaje un buen programa de nutrición y sanidad para bioestimular y proteger al máximo el plantín y garantizar que, cuando llega a campo, esté lo suficientemente fuerte como para enfrentarse al estrés del trasplante y a los patógenos que pueda encontrar en su camino.
Es por eso que nosotros recomendamos inocular con TrichoSym Bio los plantines durante su desarrollo inicial y, previamente al trasplante, hacer una inmersión de sus raíces. Esto nos va a permitir bioestimular la planta e inducir una actividad radicular y de “alerta” en la planta, que le permitirá establecerse de forma más segura y rápida.
En segundo lugar, el suelo (ya sea desinfectado o de replante) inoculando microorganismos rizosféricos y asociativos, capaces de ocupar el espacio y dificulta la entrada y presencia delos patógenos que puedan encontrarse, para reducir la presión que van a encontrar las plantas al ser trasplantadas.
MBB10 es un pool de microorganismos rizosféricos que van a competir por el espacio, con los patógenos que ya hay en el suelo o que quieren venir a quedarse, y, además, va a poner a disposición los nutrientes que se encuentren bloqueados en el suelo. Esto va a hacer que el primer entorno que se encuentre la raíz, cuando se instale en el suelo, sea cómodo y le permita comenzar a nutrirse de forma eficiente y sin tener ataques de forma inmediata.
Y, por último y más importante, la relación planta-suelo cuando el cultivo ya esté instalado y comenzando a trabajar, cuando haya raíces activas, recomendamos la inoculación de un buen hongo formador de micorrizas como MycoUp.
MycoUp coloniza las raíces activas de la frutilla ya establecida y se establece una relación de simbiosis en la que el hongo le entregará nutrientes y agua a la planta y a cambio le demandará azucares. Esta relación es extremadamente beneficiosa para la frutilla cuando se trata de Glomus iranicum por dos aspectos:
El hongo genera un micelio extramátrico compuesto por hifas, que son capaces de prospectar hasta 100 veces más que la raíz y absorber los nutrientes de forma directa. Hay que tener en cuenta que el micelio extramátrico (en cuanto a su calidad y cantidad) depende de la cepa que se utilice, y con MycoUp tenemos evaluado (en la patente del producto) que genera más del doble de micelio que otras cepas que se encuentran en el mercado, por lo que la capacidad de prospectar y de absorber es mucho mayor.
La planta tiene que hacer más fotosíntesis para generar azucares para el hongo. La característica de Glomus iranicum es que la demanda que realiza de esos azúcares es muy baja, por lo que la planta se los queda para ella, obteniendo una mejora en la nutrición, en sus frutos y en sus reservas.
Una vez instaurado Glomus iranicum y gracias a la masa radicular más desarrollada y los exudados radiculares que genera, crea un entorno perfecto para continuar trabajando con los microorganismos asociativos (TrichoSym Bio) y rizosféricos (MBB10), de forma que mantengamos los efectos beneficiosos que vimos al comienzo, y que van a apoyar y beneficiar al desarrollo de la frutilla.
Estos manejos en el cultivo de frutilla tienen como resultados excelentes beneficios que desde Symborg llevamos años replicando a nivel mundial:
Mayor sistema radicular: la interacción desde el comienzo del cultivo con microorganismos que promueven el desarrollo radicular (MBB10), que bioestimulan su desarrollo (TrichoSym Bio) y que inducen a la planta a una emisión de raíces nuevas constantes (MycoUp) genera un sistema radicular abundante, sano y activo durante todo el ciclo de la frutilla.
Más nutrición para el cultivo: el crecimiento del sistema radicular, la mayor disposición de los nutrientes gracias a los microorganismos rizosféricos y la actuación entre los mismos, mejoran de forma considerable la nutrición de la planta.
Mejor absorción y aprovechamiento del agua: la capacidad de absorción de las plantas de frutilla mejora con su incremento radicular y también el aprovechamiento de la misma, haciendo que la planta haga un uso más eficiente del agua.
Mayor porosidad y mejor condición de suelo: la mayor cantidad de microorganismos, el desarrollo abundante de raíces y la segregación de glomalina generada por el micelio de Glomus iranicum reducen la compactación de los suelos e incrementan la aireación de los mismos.
Homogeneidad del cultivo: el micelio extramátrico generado por el hongo formador de micorrizas consigue relacionar los sistemas radiculares de todas las plantas en los camellones, lo que provoca un intercambio de nutrientes y agua y una mejor homogeneidad en toda la superficie.
Menor afección por enfermedades: la condición de planta más fuerte, una reducción del estrés, su mejor sistema radicular y un equilibrio en el suelo que no deja espacio para los patógenos, hace que la afección por enfermedades como Phitophtora, Fusarium, Verticillium del cultivo de frutilla se reduzca considerablemente gracias a estos manejos.
Este año, hemos realizado trabajos en variedades Monterrey y Albión en el campo experimental de Llahuen en un suelo de replante, que muestra prácticamente todo lo detallado en este articulo y los excelentes resultados se los podremos mostrar en los Seminarios que Llahuen va a realizar próximamente.
Encuentra más información sobre el Modelo Integral Microbiano (MIM) en la web de Symborg, https://symborg.com/cl/
CONTACTO DE SYMBORG EN CHILE:
Gala García
+56 9 7930 8673
galagarcia@symborg.com
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